viernes, 31 de octubre de 2014

Cómo Conquistar a una Desconocida en 16 Días: Día 3

Viernes 31 de octubre. Halloween

“-Bajó corriendo las escaleras. Llegó al segundo piso. De repente, la luz se apagó en todo el edificio. Se detuvo. Intentó calmar su respiración. Apenas lo consiguió. Estaba demasiado alterado. Escuchó un ruido tras de sí. Segundos después, una risa. No una risa inocente, sino una risa aguda, tenebrosa. Sacó su móvil entre temblores. Insertó el código y se desbloqueó. Encendió la linterna. Frente a él se encontraba un payaso ataviado
con ropa impregnada de sangre. El vestido amarillo y blanco estaba sucio y roto. Su rostro era el de un asesino retorcido. Tenía toda la cara pintada de blanco. Los dientes afilados como cuchillos. Sus labios estaban cubiertos por el líquido rojo. Y en sus manos llevaba la mano de una persona.

jueves, 30 de octubre de 2014

Cómo Conquistar a una Desconocida en 16 Días: Día 2


Jueves 30 de octubre


Ring, ring, ring. Ese sonido… El despertador me llamaba. Eran las siete de la mañana y el trabajo me esperaba. Muy a mi pesar, retiré las sábanas de mi piel, me incorporé y, con el pie izquierdo, toqué el parqué de mi dormitorio. Estaba bastante frío.Eso solo podía significar una cosa: en el exterior reinaban los abrigos, las bufandas y las botas cubiertas de piel barata y artificial. Yo me negaba a dejar atrás el verano, por lo que cogí un traje azul marino ceñido y me vestí mientras desayunaba dos tostadas con aceite y jamón y un café para achisparme.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Cómo Conquistar a una Desconocida en 16 Días: Día 1


Miércoles 29 de octubre

El 29 de octubre me desperté con una extraña sensación en mi cuerpo. Felicidad. Nunca antes había despegado mis párpados a las 7 de la mañana con aquella alegría. Ese sentimiento y mi inquietud por la llegada de GI al despacho de abogados formaronun cóctel molotov en

jueves, 23 de octubre de 2014

Cómo conquistar a una desconocida en 16 días: Introducción

Qué sorprendente es la vida… Un día estás en lo más alto y al día siguiente conoces a una mujer y abandonas todo por ella… Antes de todo, me voy a presentar. No voy a desvelar mi nombre, pero sí mis iniciales. Soy CP.

martes, 21 de octubre de 2014

El Portón


Parpadeé. Por fin había conseguido abrir los ojos. Todo estaba oscuro. Desconocía el lugar en el que me encontraba. Ni siquiera podía distinguir los dedos de mis manos. "¿Dónde estoy?", pensé. Todo era muy extraño.
El silencio reinaba como sucedía en las monarquías absolutistas. No bajaba la guardia ni un escaso segundo. Ni permitía libertad alguna. Intenté hablar. Pero ninguna letra brotó de mis cuerdas vocales. Decidí que debía moverme. No iba a consentir que la oscuridad se apoderara de mi alma. Procuré pronunciar 'jamás', pero no tuve suerte. El único sonido existente era el de mis pensamientos. Exacto... Esos pensamientos inoportunos que provocan dolor de cabeza. Cuando conseguí disminuir su retumbante volumen, palpé el suelo con las yemas de mis dedos. Prudencia ante todo. Cuán sorprendido me quedé... Mi cuerpo descansaba sobre un manto extrañamente parecido a la hierba. Me incorporé. Di un paso. Me incliné. Volví a tocar aquello desconocido, esta vez con la palma de mi mano. El mismo tacto. ¿Césped? Probablemente. Mis nervios se calmaron y mis pensamientos volvieron a la carga. "Estaré en algún bosque. Pero, ¿qué hago aquí?". Una angustia invadió mi mente. No fui consciente del peligro. Mis piernas comenzaron a correr. El suelo no experimentaba resaltos. Tampoco malezas. Minutos después, mi corazón y mis pulmones se aliaron para exigirme una detención inmediata. Frené en seco. Agaché la cabeza. Repentinamente me di cuenta. Podía estar en cualquier lugar. ¿Y si mis pupilas habían renegado de su trabajo? ¿Me había quedado ciego? Gracias a Dios, aquella teoría apocalíptica no logró un solo argumento a favor. Una luz amarilla comenzó a parpadear a lo lejos. Rápidamente reanudé la marcha. Durante la larga carrera llegué a la polémica y analfabeta conclusión de que en aquel destino encontraría mis respuestas. Estaba equivocado. La luz se posaba sobre un precioso portón de oro macizo. El número de éste era un ocho tumbado. "¿Infinito?", pensé. La puerta deslumbraba en su conjunto. Giré la manilla, pero la cerradura no me permitía abandonar la oscuridad. Miré alrededor. El negro era el color rey en este universo. Agaché la cabeza en un desesperado lamento. Observé el felpudo. Mi mirada no había sido capaz de observar su belleza. Era un cuadro hermosísimo. No era conocido, pero el paisaje que mostraba era increíble. A la izquierda, las montañas estaban cubiertas de nieve, al igual que el campo. El sol se despedía en el atardecer, en su lucha habitual con los nubarrones. La parte derecha era completamente diferente. La fotografía continuaba, esta vez sin una sola nube. Los montes estaban completamente verdes. Y el césped estaba repleto de animales. En aquel momento me fijé en algo imperceptible. En este caso el astro estaba naciendo. No era un sol, sino una llave. A su lado, el cuadro rezaba: "el invierno no dura eternamente". Por fin abrí la cerradura de la puerta. Una luz me cegó los ojos. Pude ver una silueta perfecta. Se acercó a mí y dijo: te estaba esperando.
En aquel instante lo entendí todo. La oscuridad, el portón, el número, el felpudo, la llave en el sol, "el invierno no dura eternamente"...
Y supe quién era aquella silueta.
Mi amor.
Mi amor eterno.

viernes, 10 de octubre de 2014

La Carretera

Imagina una carretera larga, ancha con solo dos coches caminando sobre ella. Imagina que es infinita, nunca acaba. E imagina que los dos vehículos corren a la misma velocidad. Se miran, sonríen y emanan felicidad. En el cielo brilla un sol radiante. Y en los alrededores sólo crece césped verde. ¿No es algo maravilloso, propio de un cuento de hadas? ¿Acaso no es perfecto recorrer de la mano un camino sin fin? Eso es el amor. Una calzada cuidadosamente asfaltada y con carriles de salida y de entrada. Y, por supuesto, sin kilómetro final.


Pero no todos los viajes son de igual manera. En el primer minuto de tu historia permaneces detenido en un Área de Descanso. No quieres encontrarte con ningún otro viajero. A veces, esporádicamente. Hasta que sin darte cuenta te has subido a tu vehículo y te diriges hacia el Cruce. Pones el intermitente derecho. No el izquierdo. Hay que evitar deshacer el camino recorrido. Esperas a que alguien te ceda el paso. Al principio solo hay un carril para tu sentido. Ves un coche pasar. Rápidamente aceleras y le persigues. Puede que al llegar al Doble Carril os deis la mano. O puede que aumente su velocidad y te rezagues. Por ello, hay que abandonar el Área de Descanso pacientemente. Poco a poco. Sin pisar a fondo el acelerador. De esa manera llegarás. El tiempo no importa. El objetivo es triunfar. Cruzaréis cientos de Baches y decenas de Retenciones hasta llegar a vuestro Destino. Ya sea el más ansiado o el más repudiado. De eso trata el Amor. De un Área de Descanso, de un Cruce, de un Doble Carril, de innumerables Baches, de muchas Retenciones y de un solo Destino. Un único Destino.