viernes, 10 de octubre de 2014

La Carretera

Imagina una carretera larga, ancha con solo dos coches caminando sobre ella. Imagina que es infinita, nunca acaba. E imagina que los dos vehículos corren a la misma velocidad. Se miran, sonríen y emanan felicidad. En el cielo brilla un sol radiante. Y en los alrededores sólo crece césped verde. ¿No es algo maravilloso, propio de un cuento de hadas? ¿Acaso no es perfecto recorrer de la mano un camino sin fin? Eso es el amor. Una calzada cuidadosamente asfaltada y con carriles de salida y de entrada. Y, por supuesto, sin kilómetro final.


Pero no todos los viajes son de igual manera. En el primer minuto de tu historia permaneces detenido en un Área de Descanso. No quieres encontrarte con ningún otro viajero. A veces, esporádicamente. Hasta que sin darte cuenta te has subido a tu vehículo y te diriges hacia el Cruce. Pones el intermitente derecho. No el izquierdo. Hay que evitar deshacer el camino recorrido. Esperas a que alguien te ceda el paso. Al principio solo hay un carril para tu sentido. Ves un coche pasar. Rápidamente aceleras y le persigues. Puede que al llegar al Doble Carril os deis la mano. O puede que aumente su velocidad y te rezagues. Por ello, hay que abandonar el Área de Descanso pacientemente. Poco a poco. Sin pisar a fondo el acelerador. De esa manera llegarás. El tiempo no importa. El objetivo es triunfar. Cruzaréis cientos de Baches y decenas de Retenciones hasta llegar a vuestro Destino. Ya sea el más ansiado o el más repudiado. De eso trata el Amor. De un Área de Descanso, de un Cruce, de un Doble Carril, de innumerables Baches, de muchas Retenciones y de un solo Destino. Un único Destino. 

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