Javier. Parte 1.
Eran las 12 de la noche. Javier se encontraba en el rellano
de su puerta. Cogió las llaves de su bolsillo y entró en su casa. Su hogar, era
un lujoso apartamento en pleno centro de Madrid. El salón era enorme. En él
había una pantalla de cine, un sofá gigante, varias estanterías llenas de
libros, muchos cuadros excesivamente caros, y un sinfín de fastuosos muebles
que en realidad, solo estaban ahí para estorbar. Prácticamente no los usaba ya
que se pasaba el día en su trabajo. Entró en su habitación y se metió
directamente en la cama.
Al día siguiente, cuando Javier estaba en su despacho
trabajando, un hombre vestido de traje irrumpió bruscamente en su oficina.
-¡¿Dónde está Javier?!-preguntó violentamente.
-Está dentro-respondió la secretaria.
En ese momento el hombre se dirigió velozmente al despacho.
-¡Perdona! ¡Está ocupado!-gritó la secretaria.
Hizo caso omiso, por lo que ella acudió corriendo tras él.
-Tranquila Juana. Puedes marcharte-dijo educadamente Javier.
El hombre de traje se encontraba extremadamente nervioso,
así que en cuanto Juana se marchó, empezó a encadenar una palabra tras otra.
-Se avecina una muy grande-declaró articulando demasiado
rápido y casi sin vocalizar.
-¿Cómo? ¿Qué dices Antonio?-preguntó Javier extrañado.
-A ver. Hay una conspiración en el gobierno. Va a salir toda
la mierda.
-¿Qué mierda? ¿Qué dices?
-Que todas las corrupciones de los políticos y empresarios
van a empezar a salir a la luz y nos van a empezar a juzgar. Además, España se
está hundiendo económicamente. Nadie de la población sabe nada, pero como esto
siga así muchos de ellos se van a ver en la calle en muy poco tiempo.
-Antonio. ¡Fuera de aquí! Yo no tengo ningún problema.
-Tienes que ayudarme. Me van a investigar de un momento a
otro.
-Si eres corrupto Antonio, no es mi culpa. Es problema tuyo.
Fuera de aquí o llamo a seguridad.
-Mamá no querría esto-dijo Antonio llorando-Mamá y papá
querrían que me ayudaras Javi. Por favor. ¿Cuánto quieres? ¿10.000€?
-¿Te crees que soy un ‘politicucho’ de tres al cuarto a
quien le puedes sobornar? Soy tu hermano. No soy escoria. En mi vida he
aceptado un soborno. Esta empresa la levanté yo con el sudor de mis manos. Antonio
Pérez, ¡fuera de aquí!
Antonio se marchó más nervioso aún de lo que había entrado
pero no volvió en todo el día.
Aquella noche, Javier se sentó en el sofá y encendió su
enorme televisor para ver el telediario. Inmediatamente se percató de unas
declaraciones en las cuales unos expertos en economía alarmaban de la inminente
explosión de la burbuja inmobiliaria, lo que provocaría una gran catástrofe
mundial. Inmediatamente se acordó de lo que le había dicho su hermano.
-No va a ocurrir nada-se dijo a sí mismo-Mi empresa es
perfectamente solvente.
Su compañía se había colocado a la cabeza de su sector en
España en el último lustro. No había motivo por el que preocuparse. Sin
embargo, los meses fueron pasando y Javier se vio obligado a despedir a varios
trabajadores. Entonces, llegó el 2008. Casi todos los países comenzaron a
hundirse y la empresa entró en quiebra.
4 años después
Javier se había visto obligado a vender casi todos sus
bienes materiales. El lujoso apartamento del centro de Madrid, se había
convertido en un cochambroso piso en uno de los barrios más marginales de la
ciudad. Sus trajes se habían transformado en típicas vestimentas propias de la
clase baja, muy baja. Habían pasado ya 4 años desde la desaparición de su compañía
y las deudas le ahogaban, por lo que decidió llamar a su hermano Antonio, el
único familiar que le quedaba.
-¿Antonio?-preguntó por teléfono Javier.
-Dime.
-Verás. Quería preguntarte si podrías dejarme algo de
dinero. Las deudas me atacan por todas partes y no puedo hacer frente a
ninguna. Tengo el dinero justo para el alquiler de este mes. Pero no tengo para
comida y cualquier día de estos me cortan la línea de teléfono-Antonio empezó a
reírse-¿te estás riendo?
-Claro que me río-contestó entre carcajadas. Inmediatamente
cambió el tono y se puso serio-¿Pretendes que te dé dinero después de no
ayudarme en el juicio? ¿Tú sabes lo mal que lo estoy pasando?
-¿Y yo? En cualquier momento me quedo sin casa-dijo entre
sollozos.
-Adiós Javier-se despidió bruscamente Antonio.
1 mes más tarde
Eran las 12 del mediodía y Javier todavía se encontraba
durmiendo. De repente alguien llamó a la puerta. Éste se levantó en ropa interior y acudió
rápidamente a abrir. Era su casero. No había podido pagar aquel mes el alquiler
y el arrendador no estaba dispuesto a perder más dinero.
-Lo siento Javier. Pero tienes que marcharte-pidió
amablemente.
-No, por favor no. Te
prometo que en cuanto pueda te pagaré-dijo mientras se ponía de rodillas ante
él entre lágrimas.
-No. Lo siento. No insistas más o tendré que llamar a la policía-terminó con voz entrecortada y
triste.
Javier tenía tan solo algo de ropa y un poco de comida. Nada
más. Por lo que cogió su maleta rajada por todas partes, salió por la puerta de
entrada y se marchó sin despedirse para no volver.
CONTINUARÁ
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