miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cómo Conquistar a una Desconocida en 16 Días: Día 14

Martes 11 de noviembre

El calendario continuó su compás marcando el martes 11 de noviembre. Solo quedaban dos días más para que llegaran las horas tan temidas. El jueves estaba a la vuelta de la esquina y mis fuerzas por conquistarla seguían intactas gracias a la tarde
anterior. Me encontraba sumergido en mis pensamientos cuando el reloj me avisó de que llegaba tarde al trabajo. Eran las 8 en punto. Rápidamente cogí la chaqueta y me marché.

Al llegar a la oficina me topé con Lucas y Mariano. Ambos me esperaban en la puerta para desayunar en el bar de la esquina. Estaban deseosos de escuchar mi aventura de la jornada anterior. No opuse resistencia. Necesitaba desahogarme con mis compañeros, así que en cuestión de segundos estábamos sentados en una mesa.

La decoración de la taberna era digna de aparecer en una revista. Los muebles, los adornos y las vestimentas de los camareros te transportaban a los años 50. La música parecía estar recolectada del disco ‘Grandes Éxitos de la primera mitad del siglo XX’. Era una maravilla.

-¿Qué quieren?—preguntó una mujer. Era rubia con los ojos verdes, alta y no excesivamente delgada. Su cabello era de un liso muy artificial.
-Nos traes un café con leche para cada uno y a mí dos tostadas de jamón con aceite y tomate, por favor—respondió Lucas.
-Ahora mismo—aseguró ella sonriendo. Se dio la vuelta y se marchó.
-¿Lo habéis visto? Me ha hecho ojitos—dijo Lucas. Mariano y yo suspiramos.
-Estamos aquí para hablar de CP y GI—cortó él. Lucas frunció el ceño—Bueno. Cuéntanos. ¿Qué pasó en vuestra cita?
-No era una cita—negué cabizbajo.
-No empieces con tus paranoias—pidió Lucas.
-No. No empiezo con nada. Yo pensaba lo mismo. En fin. Que te venga una tía y te diga que después del trabajo os vais a tomar algo los dos solos, pues qué voy a pensar. Claro que creía que era una cita. Pero no. Resultó que habíamos quedado para que ella me pidiera perdón por lo que hizo con Paula. Se sentía mal. Y también fue para que me pusiera un poco verde.
-¿Cómo de verde?—interrogó Mariano.
-Pues que le había parecido fatal que la hubiera utilizado y que estaba segura de que yo no estaba enamorado de ella. Que era un cuelgue tonto de dos días.
-¿Y tú que le dijiste?—preguntó Lucas.
-Que eso no es verdad. Que sí que estoy enamorado de ella. Me disculpé también por lo de Paula. Y le dije que yo no era así—detuve la conversación. Ya no había más que contar. Mis dos compañeros me miraron fijamente.
-¿Y…?—dijo Mariano.
-Y… Nada. Ahí se quedó todo. Nos tomamos el café y se marchó. Había quedado con no sé quién. Ella me dijo que podíamos ser amigos. Y yo le dije que vale. Que no había problema—continué.
-A ver que me aclare. ¿Me estás diciendo que quedaste con el que tú dices que es el amor de tu vida, en una supuesta cita y que solo hablasteis de eso?—inquirió Lucas con los ojos como platos.
-Dejad de darme la charla ya, por favor. Sigo queriendo conquistarla. Y lo de ayer la verdad es que me tranquilizó. Ella ya no está enfada conmigo. Y quiero aprovechar al máximo estos dos días que me quedan—en aquel instante la camarera regresó con los tres cafés y las tostadas.
-Aquí tienen—afirmó sonriendo. Le dimos las gracias y se marchó a la barra.
-No te vamos a dar la charla—dijo Mariano—Lo que queremos es ayudarte. Mira. Las cosas están así. Hoy es martes. Se va el jueves. Y mientras, tú estás aquí como un borrego tomándote un café con nosotros dos en vez de estar ahí arriba con ella ayudándola y demostrando cómo eres en realidad—hubo un silencio repentino. Nos quedamos observándonos los unos a los otros.
-¡Que subas ya, coño!—exclamó Lucas.
-Tenéis razón—dije mientras me levantaba. Bebí el café de un sorbo y velozmente me trasladé a la oficina. 
Ahí estaba ella, preciosa como siempre. Me acerqué y la sorprendí desde su espalda. Se asustó, provocando que los papeles que llevaba se cayeran al suelo.

-¿Qué tal estás?—me preguntó.
-Muy bien. ¿Y tú?—sonreí.
-¡Pues vaya susto que me has pegado!—exclamó. Las palabras se detuvieron. El reloj se ralentizó. Y mis latidos se precipitaron.

-¿Te vendrías esta noche al cine conmigo?—pregunté. 

14/16

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