Miércoles 12 de noviembre
Ruido y más ruido. Mi cabeza estuvo a punto de explotar la
mañana del miércoles. La noche anterior habíamos quedado GI y yo para ir al
cine. Pero en el último segundo recibí un SMS avisándome de que ella no podía
quedar. Olvidó que había quedado con unos amigos para despedirse. Sí. Para
decirse adiós.
Faltaba un día para el jueves. Faltaban horas para que se
marchara. Tenía que hablar con Pedro para que le ofreciera quedarse en nuestra
oficina. Necesitaba encontrar alguna manera para alargar esos 16 días y que se
quedara.
Llegué al bufete a las 8 en punto. Me encerré en su despacho
hasta que apareció. Le conocía perfectamente. Siempre que tenía que discutir
con él desaparecía. Esta vez no iba a escapárseme.
-¿Qué haces aquí?—se sobresaltó al entrar.
-Tengo que pedirte un favor—aseguré.
-¿Más dinero? No, no y no. Tenéis suficiente con la subida
del sueldo.
-No digo eso. No puedes dejar que GI se marche.
-¿Qué?
-Que no puedes dejar que GI se marche—repetí. Estaba
nervioso.
-Perdón, ¿qué?—alucinó Pedro.
-¿No puedes ofrecerle un trabajo a GI aquí? Perderíamos a
una gran empleada. Es simpática, guapa, trabajadora—aseguré.
-¿Qué pasa? ¿Tienes algún lío con ella?—frunció el ceño.
-No, no. Por favor—negué rotundamente.
-Porque ya sabes que en mi oficina no está bien visto que
los trabajadores os enrolléis unos con otros…
-Sí. Lo sé.
-Perfecto. Todo aclarado, ¿no?
-¿Y no habría una vacante en el otro bufete de la
ciudad?—insistí.
-¿En el de Pozuelo?
-Sí—afirmé con esperanza.
-No tengo noticias de ello. Preguntaré por si acaso. Pero no
creo.
-Está bien. Muchas gracias.
-CP. No te ilusiones demasiado. He conversado mucho con
ella. No para de hablar de su ciudad. Está deseando marcharse.
-¿Qué has hablado con ella? –interrogué muy interesado.
-Pues eso. Que quiere irse. Pero que hay un chico que le
gusta bastante y por eso se planteó quedarse aquí. Pero no hay ninguna vacante.
Yo acordé con ella dos semanas de prueba aquí porque en su ciudad habrá un
puesto libre a partir del viernes. He contratado a otra mujer para que cubra su
baja. Empieza el lunes. Lo siento.
-¿Vas a contratar a GI?
-No lo sé. Lo decidiré entre hoy y mañana. Tengo que
estudiar su caso detenidamente.
-¿A qué hora tiene el vuelo?
-Me dijo que a las siete de la tarde. Así que mañana es su
último día aquí.
-Está bien—abandoné su despacho. El tiempo corría en mi
contra. Me quedaban poco más de veinticuatro horas. Veinticuatro horas para
conquistarla. El pánico llamó a mi puerta.
15/16
15/16
No hay comentarios:
Publicar un comentario